sábado, 13 de junio de 2009

Reflexiones a toro pasado

Con motivo de una serie de presentaciones en diciembre del año pasado, el diario ABC me solicitó unas páginas que, al final, no se publicaron. Aprovecho este post para hacerlas públicas (dentro de lo que cabe).

La Fundación Ignacio Larramendi se ha propuesto llenar lagunas y clarificar el pasado y el presente relacionado con nuestro patrimonio intelectual y, no sólo eso, también trabaja desde sus inicios con el firme propósito de hacerlo lo más accesible y visible que sea posible mediante el uso de las nuevas tecnologías.

Si hay algo que prestigia a un país en el concierto internacional y lo hace más reconocible para sus propios ciudadanos es su contribución a los diversos campos del saber. España tiene en ese sentido mucho que decir y, sin embargo, por diversas razones que no vienen ahora al caso, ni los propios españoles sabemos bien, en muchos casos, cuál ha sido nuestra contribución cultural.

Este objetivo ha encontrado un lugar idóneo para darse a conocer públicamente en el Instituto Cervantes, donde el pasado día cuatro de diciembre se presentó el libro que recoge los proyectos de la Fundación, Bibliotecas Virtuales FHL, en su cuarta edición, así como una realización concreta de esas Bibliotecas, la edición digital Comentarios a la Política de Aristóteles en la Europa Medieval y Moderna (siglos XIII al XVII) que reune en facsímil digital, en dos discos, 53 textos de más de medio centenar de humanistas procedentes de diferentes bibliotecas del mundo, así como un estudio realizado por el compilador, el profesor de la Universidad de León Salvador Rus Rufino.


Las Bibliotecas Virtuales FHL
Bibliotecas Virtuales FHL da cuenta de la estrategia de la Fundación (en origen denominada Fundación Hernando de Larramendi, y de ahí las siglas FHL) en el campo de las Bibliotecas Virtuales de Autores y presenta, dentro del proyecto denominado Biblioteca Virtual Ignacio Larramendi, un panorama de lo que podría denominarse ciencia hispana, entendiendo por tal desde Séneca a Zubiri (por citar un título de José Luis Abellán) y que comprende no sólo el pensamiento español sino el portugués, el brasileño y el hispanoamericano.

Una de las características esenciales en este siglo XXI para asegurar la perdurabilidad y potenciar la visibilidad de la cultura iberoamericana es darla a conocer en la red. Los meritorios esfuerzos llevados a cabo desde varias instituciones para recuperar el pensamiento clásico a través de ediciones críticas, traducciones, reimpresiones o facsímiles están condenados a tener un escaso recorrido si simultáneamente no se proyectan en Internet a través de la World Wide Web.

Por este motivo, el objetivo de la Biblioteca Virtual Ignacio Larramendi es reunir mediante un amplio conjunto de procedimientos técnicos, y conforme a criterios contrastados por especialistas, información sobre los más de 700 autores seleccionados en las áreas geográficas mencionadas (y que utilizaron para expresarse no solamente el castellano sino el catalán, el gallego, el portugués, el vascuence, el latín, el árabe o el hebreo) con la finalidad de abrir un hueco en la Red a la aportación hispánica al pensamiento universal.

Una información más amplia de este proyecto puede encontrarse en la página Web de la Fundación, www.larramendi.es, donde se ofrecen alrededor de seis mil vínculos en Internet al conjunto de autores a los que se ha hecho referencia y que ha sido consultada unas 300.000 veces este año, lo que, teniendo en cuenta su actual especificidad, da una idea del interés que estos temas despiertan.

En el libro se presentan otras tres Bibliotecas Virtuales FHL, coordinadas siempre por especialistas en la materia. La que trata de la documentación histórica archivada en las catedrales, que quiere apoyar la digitalización de esos importantes fondos y que va acompañada de un estudio de José Andrés Gallego; la edición electrónica de algunos de los pensadores tradicionalistas más destacados, con un texto de Miguel Ayuso, y la Biblioteca Virtual dedicada a los comentaristas medievales y modernos de Aristóteles, introducidos por Salvador Rus.

Ofrece asimismo un importante capítulo en el que, como director de Proyectos de la Fundación, me refiero a un amplio conjunto de normativas técnicas para la creación de Bibliotecas Virtuales y Digitales susceptibles de ser recolectadas por instituciones que sigan el estándar internacional desde cualquier lugar del mundo. La Fundación Ignacio Larramendi tiene una amplia experiencia sobre este tipo de normativa, además de contar con una empresa, Digibis, líder de este sector en España.


Ignacio Hernando de Larramendi

Es de justicia detenerse en la figura del promotor de estos proyectos y que da nombre a la Fundación, Ignacio Hernando de Larramendi (1921-2001), quien ha tenido una amplísima repercusión en la sociedad iberoamericana a pesar de que en España es conocido principalmente por su labor al frente de la empresa MAPFRE (que bajo su dirección pasó de ser una pequeña mutualidad de propietarios de fincas rústicas en quiebra técnica a la primera empresa del seguro en España e Iberoamérica).

Dotado de una inmensa curiosidad intelectual, una innegable visión de futuro y una gran vocación de servicio, Larramendi puso la empresa al servicio de la cultura y desde diversas fundaciones, que él mismo creó, desarrolló una intensa labor de mecenazgo, (detallada en el libro Mecenazgo cultural, Fundación MAPFRE Tavera, 2002) con el objetivo de impulsar la presencia de Iberoamérica. Su perspectiva empresarial, centrada en la búsqueda de la eficacia y la máxima eficiencia, le hizo ver la necesidad de crear una empresa, Digibis, que pudiera dar apoyo a sus ambiciosas iniciativas por medio del desarrollo de recursos electrónicos propios, de modo y manera que sus proyectos fueran factibles y no quedaran en una simple enumeración de buenas intenciones.


La aportación científica y filosófica iberoamericana. El “Privilegio” de Plantino.
La aportación iberoamericana a la cultura universal no es discutida por nadie, pero sí su aportación científica y filosófica. Sin intentar volver a la ya superada polémica sobre la ciencia española, el proyecto de la Fundación Ignacio Larramendi pretende, mediante la utilización de las nuevas tecnologías, poner de manifiesto este mal conocido acervo, de modo análogo a como otros proyectos muy conocidos y verdaderamente encomiables, como la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, están proyectando la literatura hispanoamericana en el mundo a través de la red.

No es muy conocido el hecho de que el privilegio (o casi) que Felipe II concedió al impresor Plantino de Amberes (en esos momentos dentro de la monarquía hispánica) sobre la impresión de libros litúrgicos impidió que se desarrollase como correspondía la industria editorial española en el siglo XVII. Privada del trabajo seguro y la venta asegurada de lo que constituía prácticamente la mitad de la edición hispana, la imprenta hispana languideció hasta por lo menos el reinado de Carlos III. Y con ella la posibilidad de difundir gran parte de ese pensamiento hispano, especialmente si tenemos en cuenta el axioma: el mensaje es el medio.


Francisco Suárez, John Locke y la Independencia de Estados Unidos
¿Quién conoce, si no es un especialista, la trasmisión de las ideas que sobre el nacimiento de la democracia permite seguir –literalmente– el pensamiento de Francisco Suárez, trasmitido a John Locke y de ahí a la Declaración de Independencia de los Estados Unidos? El filósofo exiliado español Eduardo Nicol lo probó con los textos en la mano en 1954, lo que se puede ver en el libro Bibliotecas Virtuales FHL, ya que el texto original es difícil de conseguir.

Si el pensamiento hispano quiere ser conocido, si la marca España quiere tener una repercusión en el mundo y especialmente entre la cada vez más poderosa comunidad hispanohablante de Estados Unidos, es imprescindible que esa información, en definitiva, esos textos, estén en la red. ¿Se conoce verdaderamente la obra de Francisco Hernández, el copérnico de la botánica, como lo denomina el profesor Lopez Piñero? ¿O la aportación de Cristóbal de Acosta a la farmacopea?, ¿o que las láminas o el desarrollo de la obra de Andrés Vesalio tuvieron un claro impulso hispano? Existen, desde luego, algunas, y estupendas, ediciones críticas para especialistas, pero poco o nada de ello se encuentra en la red. El acceso a las obras es, sin duda, fundamental.

Así como Menéndez Pelayo, en cuya biblioteca nació en parte esta iniciativa de las Bibliotecas Virtuales de Autor, después de reunir una copiosa bibliografía sobre la ciencia española se dio cuenta de que las simples referencias eran insuficientes y se dedicó a reunir las obras físicas en su Biblioteca de Santander (la única de mis obras de la que me siento medianamente satisfecho, decía don Marcelino), la Fundación Larramendi no se conforma con recopilar las referencias sino que, mediante su correspondiente digitalización, pretende poner las obras completas de los diversos autores al alcance de todos por medio de la Web y otros formatos electrónicos si fuera necesario. Es decir, en último término crear una biblioteca virtual del pensamiento iberoamericano en la que los documentos primarios estén en la red para hacer que toda la información que estaba dispersa por el mundo esté disponible para cualquier persona, en cualquier momento y en cualquier lugar.


El slow fire y la necesidad de cooperar
Otro peligro, esta vez completamente generalizado, acosa al patrimonio bibliográfico y documental. Me refiero al slow fire, al fuego lento, el proceso mediante el cual el papel con pH ácido se deshace espontáneamente, debido al paso del tiempo, entre los dedos de una forma que guarda analogía con el llamado mal de las catedrales.

La práctica totalidad de lo impreso (o de lo manuscrito o dibujado o estampado) desde la aparición del papel de celulosa en los años treinta del siglo XIX, es decir, mucho de lo guardado en las bibliotecas, en los archivos, e incluso en los museos, desaparecerá en unas décadas como consecuencia de esa degradación espontánea y no queda otro recurso que digitalizar todos los contenidos, si ello fuera posible, antes de que desaparezcan, pues la masiva desacidificación es completamente antieconómica e incluso peligrosa para el medio ambiente.

De ahí que las Bibliotecas Virtuales FHL se hayan constituido justamente como Bibliotecas, ya que por serlo deben estar ordenadas mediante criterios técnicos bien definidos que permitan su desarrollo ordenado, bien mediante sus miles de vínculos a terceras bases de datos, entrelazando las referencias que existen a la ciencia española, bien digitalizando la misma Fundación las obras o, sobre todo, mediante convenios con terceras instituciones, todo ello en orden a difundir de la forma más amplia los fondos.

Por fortuna, si levantamos la vista y contemplamos el actual panorama en España, la situación en los últimos años, aparte de la ya mencionada Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, ha dado un paso importante hacia adelante mediante iniciativas del Ministerio de Cultura y de las Comunidades Autónomas. Gracias al uso de la digitalización avanzada y al uso de metadatos normalizados se está permitiendo crear proyectos tan importantes como las Bibliotecas Virtuales o Digitales de Andalucía, La Rioja, Castilla-La Mancha, Asturias y otras muchas, o la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico o de Prensa Histórica donde a lo largo de millones de páginas ya van apareciendo buena parte de esos autores que constituyen la aportación hispana al pensamiento universal. Hispana: Directorio y recolector de recursos digitales del Ministerio de Cultura es una magnífica iniciativa en ese sentido y su técnica de recolección de metadatos (idéntica a la establecida por Europeana o por muchos proyectos tanto europeos como americanos), permite acceder a centenares de miles de recursos digitales.

Quizá la clave para intentar abordar ese amplio proyecto de recuperación del patrimonio bibliográfico y documental no pueda ser otra que la cooperación entre bibliotecas, archivos y museos mediante la aplicación de las técnicas avanzadas de digitalización e intercambio de metadatos. Es una labor que no admite demora, no sólo por el inminente peligro del slow fire (expresión tan gráfica) que incendia el papel ácido, sino porque la cultura hispana debe estar firmemente establecida, muy visible y accesible, en Internet, la red de redes.

LA Fundación Ignacio de Larramendi, a través de Digibis y de convenios y promoción de actividades trabaja sin prisa pero sin pausa en muchos de estos proyectos a largo plazo contribuyendo en esa vasta tarea que se viene desarrollando de manera callada, con reflexión, tiempo y tenacidad.