martes, 23 de noviembre de 2010

Bibliotecas y Centros de documentación; Biblioteconomía e infonomía

En Facebook surgen a veces algunas conversaciones originadas por alguna pregunta lanzada por algún opositor o aspirante a bibliotecario. Esta vez alguien pedia aclaración definitiva sobre las diferencias entre un centro de documentación y una biblioteca especializada.

Algunas de las respuesta me llamaron poderosamente la atención por lo profundamente que están arraigados en nuestra profesión errores ya antiguos. Para alguno la diferencia más clara es que “el centro de documentación genera más documentación que la biblioteca, está más volcado en la difusión”. Esto es una tontería inventada en Francia en los años sesenta y de la que ya sólo se oye hablar en España en el ámbito académico. El ámbito académico ha ido en claro detrimento la archivística, la biblioteconomía y la museología, a pesar de que los profesionales de nuestro sector trabajan en más de un 90% en archivos, sobre todo en bibliotecas y museos. A quienes van a manejar hojas de cálculo en los sedicientes centros de documentación se les suele conocer por el aire displicente con el que miran a archiveros, bibliotecarios y museologos; displicencia que va en razón inversa a su enorme desconocimiento la moderna Librarianship and Information Science. Que lo diga el INE tiene un pase, lo malo es que lo dice el INEM.

En la conversación se aportan algunos textos esclarecedores, entre los que sobresale la afirmación de que los centros de documentación son los primeros en adaptarse a las nuevas tecnologías. La idea de que los centros de documentación utilizaron antes que las bibliotecas las nuevas tecnologías es de una ignorancia tal que a uno le pueden suspender en un examen para trabajar en una biblioteca, claro; para una contratación como becario en un centro de documentación puede que no. Por supuesto que la gran pionera en la aplicación de las nuevas tecnologías a la información, de todas ellas, fue la Library of Congress. Retenga el atento opositor u opositora la palabra Library. Por supuesto que a continuación siguió el Ohio Computer Library Center, primer significado de las siglas de OCLC, y luego el Online Computer Library Center que es como se llama ahora.

Donde ya se parte uno de risa es cuando se supone que la Research Library Group (RLG) se incorporó tardíamente a las nuevas tecnologías. ¡Coño, como se van a incorporar tardíamente a las nuevas tecnologías tal y como las entendemos nosotros, es decir ARPANET y luego INTERNET, si fueron ellos los que la inventaron! Obsérvese nuevamente la L y no se diga nada de que, por cierto, la OCLC y la RLG están fundidas en una nueva institución. ¿Es que nadie se da cuenta de que el Dublin Core, es el Dublin (Ohio) de la OCLC? Y la British Library con su antiguo Document Supply Center o la Bibliothèque de France con su Gallica o die Deutsche Bibliothek que ha puesto todos sus ficheros en linked open data... ¿Dónde demonios aparece la palabra centro de documentación en todo esto? Ya comprendo que los artículos que escribo con Francisca Hernández no le importan a nadie, pero no son, desde luego, la única manera de conocer el W3C Library Linked Data Incubator Group.


Y puestos ya en un aspecto administrativo es que todavía no ha entrado en algún temario la Agenda Digital Europea 2020 donde su acción 15 se habla de archivos, bibliotecas y museos y no están, ni se les espera, los centros de documentación. ¿Conoce alguien alguna iniciativa documental en España comparable a Hispana, a las bibliotecas virtuales y digitales, con su uso completo de todos los esquemas de metadatos o las iniciativas de OAI, etc., etc.? ¿Quién, dónde, cuándo, cómo? ¿Algún centro de documentación ha utilizado este tipo de tecnologías avanzadas de la información? Si alguno lo ha hecho, como el Centro de Documentación de la Fundación Mapfre es porque ha utilizado todas las técnicas tanto de datos como de metadatos de la revolución de la biblioteca, de la Digital Library. Habrán ustedes oído hablar de los ebooks o ciberlibros, ¿dónde están los e-documentos? En fin… para qué seguir.

Lo malo, lo verdaderamente malo, es que las falacias documentales o infonómicas son las que dominan, por desgracia, en el ámbito académico, las que se ríen del formato MARC, las que no forman archiveros o museólogos y las que preparan pésimamente a los profesionales para trabajar en los archivos, en las bibliotecas y en los museos. De ahí mi amarga distinción entre las estadísticas del INE, quienes trabajan, y las estadísticas del INEM, quienes están en el paro. Sobre este aporreo a especialistas en información y documentación, a los que yo llamo infonomistas, que es una palabra que cuando se inventó me hizo tanta gracia, suelo dar un par de capones todos los días en Facebook, a ver si alguien es capaz de percibir la diferencia entre manejar Protégé, el que no lo sepa que lo busque, y Excel. Ni siquiera parece que es lo mismo. Sin embargo, la cosa parece haber calado tanto que TODAS las iniciativas avanzadas las llevan a cabo, desde Estados Unidos a China, desde Alemania a Australia, las bibliotecas, mientras que en España se nos ha ocurrido el excelente término de CRAI, que tiene entre otras la ventaja de que los buscadores o las arañas jamás forman un cluster con ellas y sí con las libraries, bibliothèques, bibliotheken, etc. Quizá algo tenga que ver con el hecho de que la primera universidad española en el ranking internacional está así como la 185.

En varias ocasiones he tenido la oportunidad de retocar temarios de oposiciones y actualizarlos de la manera más razonable posible y sobre todo aproximarles a la realidad del trabajo real en las bibliotecas y en las tecnologías de la información que efectivamente se usan en ellas. Pero no sólo he sido yo quien ha metido la pluma o el teclado. Siendo temarios para opositar a una plaza de trabajo en bibliotecas, en España la educación reglada para estas materias son, antes en diplomaturas y licenciaturas y ahora en Grados, de Información y Documentación. Ahí, con honrosas excepciones, se le enseña al alumnado cuatro cominerías que jamás usarán en su vida laboral; y también les enseñan a despreciar desde el formato MARC a los encabezamientos de materias. Y ese es el meollo de cogollo del repollo que se está armando en España. Por ejemplo, en el grado de Salamanca -cito de memoria- hay una asignatura (optativa, claro) sobre Bibliotecas Públicas, aunque el mayor porcentaje de los profesionales trabajan en... Bibliotecas Públicas. Y así todo.

Lo más divertido es que esas cuatro cominerías se intentan colar como algo muy científico. Es un proceso y un periodo histórico parecidísimo al de la escolástica decadente del siglo XVII. Lo importante y útil no se enseña. Lo práctico y verdadero es objeto de burla. Lástima que no fuera mucha gente a la Jornada de Difusión EuropenaLocal que se celebró el pasado día 17 de noviembre de 2010 en el Ministerio de Cultura.

La palabra centro de documentación no sé pronunció. Linked Open Data, Europeana Data Model, RDF, RDFs, OAI-ORE, SKOS, DCMI (ESE.3.3), sí, costantemente.Y también la Agenda Digital Europea 2020, Acción 15.Todavía no nos han echado ni del Euro ni de Europa.

1 comentario:

Transi dijo...

Muy bueno Sr. Agenjo, tiene usted más razón que un santo.